Nombre común o vulgar: Mandrágora
Nombre científico o latino: Mandragora autumnalis
La mandrágora es una hierba a la cual se le atribuyeron antiguamente propiedades mágicas.
La mandrágora posee una gran raíz parda que se extiende hasta 1 m por debajo del suelo.
De la recolección con fines terapéuticos interesan la raíz y el rizoma: ambas partes se recogen poniéndose a secar rápidamente.
Una vez seca se corta en rodajas y se guarda en recipientes herméticos.
Antes de pasar a las aplicaciones, conviene recordar que es una planta potencialmente tóxica, de la misma familia que el beleño y la belladona.
Por tanto la recolección debe dejarse en manos de personas que entiendan.
Tanto el rizoma como la raíz contienen principios activos de sabor francamente amargo.
Uno de ellos, que más bien es una mezcla de varios compuestos, es la mandragorina.
También contiene alcaloides típicos en muchas solanáceas, como son la hiosciamina, la escopolamina, metilesculetina y la atropina.
Además de estas sustancias aparecen muchas otras, aunque no están bien definidas.
En cuanto a las virtudes de esta planta, poco cabe decir mas que son las mismas que las del beleño y la belladona, más o menos modificadas.
http://plantas-y-flores.blogspot.com/ En medicina popular no debe usarse nunca, pues su elevada toxicidad podría acarrear más de un disgusto.
DESCRIPCIÓN:
Planta rizomatosa, dotada de una gruesa raíz vertical, de la que emerge durante el otoño una roseta de grandes hojas (hasta 40 cm de longitud), alargadas y rugosas, de color verde oscuro, y de olor algo desagradable. Florece a finales del otoño, produciendo docenas de flores azuladas, que nacen directamente del centro de la roseta, sin formar un tallo elevado; cada flor da lugar a un fruto carnoso alargado alargada, en forma de berenjena pero de apenas 2 ó 3 cm de longitud, y de color anaranjado o rojizo en la madurez, conteniendo numerosas semillas. La raíz, que suele presentar ramificaciones gruesas y paralelas, recuerda vagamente a una figura humana -raíz 'antropomorfa'-; si se rompe, cada fragmento puede dar lugar a una nueva planta.
HÁBITAT
Vive en pastizales y dehesas, retamales, majadales y sembrados; en éstos últimos, llega a ser abundante por el efecto del arado, que fracciona las gruesas raíces facilitando la multiplicación de la planta. En Belalcázar se localiza en pequeñas poblaciones naturales alejadas del casco urbano, creciendo sobre suelos arenosos y ricos en materia orgánica, preferentemente en parajes con afloramientos de granito.
DISTRIBUCIÓN
La mandrágora hembra es propia de la región Mediterránea Occidental, distribuyéndose por el Norte de Marruecos y el Suroeste de la península Ibérica desde el Bajo Tajo portugués hasta Cádiz y Málaga; existen también citas dispersas por las islas del sur del Mediterráneo, aunque no se sabe con exactitud si corresponden a la misma especie. En la provincia de Córdoba es frecuente en la Campiña, existiendo escasas referencias al norte del Guadalquivir. En el tercio septentrional cordobés, las únicas poblaciones conocidas se sitúan en el término de Belalcázar.
En el Mediterráneo Central y Oriental se localiza una especie similar a la aquí descrita, pero de floración más tardía, invernal y primaveral, denominada Mandragora vernalis Bertol., llamada tradicionalmente ‘Mandrágora macho’
USOS
En Belalcázar carece de usos actuales, aunque probablemente fue objeto de recolección y utilización en el pasado. El médico y farmacéutico belalcazareño Tomás Murillo Velarde, destacado botánico del siglo XVII, dedicó una de sus obras principales al estudio de las mandrágoras macho y hembra, haciendo amplia referencia a los usos medicinales y populares de la época.
Todas las partes de la mandrágora son tóxicas, conteniendo entre otros alcaloides atropina, hiosciamina y escopolamina, por lo que su manejo y uso medicinal debe estar reservado a profesionales de la farmacopea. Sus propiedades son muy similares a las de las distintas especies de beleños (género Hyosciamus) y belladonas (género Atropa). Los extractos de todas estas especies son potentes espasmolíticos, aceleradores de la actividad cardiaca, y midriáticos -producen la dilatación de las pupilas-. En el pasado se utilizó especialmente como antiveneno, para combatir el efecto de las picaduras de víboras y escorpiones.
¿SABÍAS QUE...?
Las mandrágoras son las plantas que poseen un mayor halo de superstición en la cultura europea, estando estrechamente ligadas a las prácticas de las magias blanca y negra, que alcanzaron su mayor apogeo en la Edad Media y el Renacimiento. Las civilizaciones mediterráneas atribuyeron a las mandrágoras supuestas propiedades mágicas, basadas tanto en su toxicidad como en la forma humanoide de sus raíces. Se consideraba incluso que quien extraía esas raíces moría a los pocos minutos, por lo que durante siglos se emplearon perros para tales menesteres; se desenterraba gran parte de la raíz cuidando de no tocarla con las manos, y se ataba el grueso rizoma al collar del perro, que era quien en último término acababa por desenterrarla. De la mandrágora oriental o macho, se decía que sólo nacía bajo los árboles en los que se había ahorcado a alguna persona. Junto a otras solanáceas como estramonios, beleños y tomatillos del diablo, las mandrágoras formaban parte de los ungüentos de las brujas, y la Inquisición y otras instituciones religiosas europeas llegaron a decretar localmente la destrucción de las poblaciones naturales de estas plantas.
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