La exposición La caza del éxito curada por el reconocido poeta, crítico y ensayista Nelson Herrera Ysla, fue inaugurada en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, en la Plaza Vieja del Centro Histórico de la Ciudad.
Esta exposición muestra una sección de fotografía con instantáneas de los artistas cubanos Nadal Antelo, Manuel Larrañaga e Ismary González, del salvadoreño Salterio Iraeta, de los guatemaltecos Andrés Asturias, Andrea Aragón, Daniel Chache, así como del hondureño Arturo Sosa.
Por otra parte la conforman un gran número de obras producidas por artesanos que las comercializan en Almacenes San José y en disímiles ferias populares, y también objetos para la ornamentación de las viviendas realizados en talleres de La Habana y Varadero.
El centro de atención de esta muestra es la multiplicación de una nueva arquitectura espontánea y arbitraria, en las ciudades del país, que sin partir del conocimiento técnico y artístico sino del gusto de los propietarios de las viviendas o negocios particulares, se apoya en elementos de ornamentación para jardines, terrazas, portales y otros exteriores, alejados por completo de los códigos culturales propios y que copian íconos de Walt Disney y otros foráneos en un despliegue de enanos, cisnes, hongos, flamencos, elementos faraónicos, ánforas antiguas, y ranas y sapos, que tampoco son cubanos.
El diseño de la gráfica, tanto en carteles identificadores de negocios privados, como en tarjetas de felicitación, montajes fotográficos y otros tampoco refleja el conocimiento que en esta materia existe en Cuba, a partir de los múltiples graduados de diseño informacional y otras carreras afines, sin contar los egresados de artes plásticas.
Es un fenómeno de fatales consecuencias en cuanto al fomento del gusto estético de la población que diariamente se está entrenando en la apreciación de estas imágenes y lo que es peor, éstas reflejan el éxito de los dueños de esas casas y de esos negocios privados, es decir pasan al imaginario popular con la autentificación de estar asociadas al triunfo.
Este ciclo dinero-mal gusto-desconocimiento-ornamentación-trasformación, destruye muchos de los mejores ejemplos de la tradición arquitectónica cubana y en otros casos los oculta a la vista de los transeúntes a través de los enrejados que tampoco, en sentido general, responden a esta tradición.
Pero este no es un problema solo cubano; en las palabras de introducción a la exposición en el catálogo de la Bienal, Herrera Ysla plantea que es un fenómeno también de Centroamérica, de países como El salvador, Honduras y Guatemala, y plantea en este sentido que está extendiéndose «una arquitectura sin estilo y sin arquitectos».
Más adelante señala «Arte nuevo y nueva arquitectura compiten por la legitimación de la escena cultural cubana. Se ubican en el horizonte cultural de cualquier territorio humano pues llenan el espacio vacío que la llamada “alta cultural” no puede llenar por su limitado radio de acción y su escasa influencia a nivel masivo, pese a contar, como en Cuba, con pleno respaldo oficial».
Por todo esto es cardinal esta muestra, como alerta y grito de socorro ante el fenómeno y el desafío que constituye en sí mismo, y quizás requiere apoyarse en algunos elementos de información sobre este viaje de sapos y enanos de los jardines a la galería.
Esta exposición muestra una sección de fotografía con instantáneas de los artistas cubanos Nadal Antelo, Manuel Larrañaga e Ismary González, del salvadoreño Salterio Iraeta, de los guatemaltecos Andrés Asturias, Andrea Aragón, Daniel Chache, así como del hondureño Arturo Sosa.
Por otra parte la conforman un gran número de obras producidas por artesanos que las comercializan en Almacenes San José y en disímiles ferias populares, y también objetos para la ornamentación de las viviendas realizados en talleres de La Habana y Varadero.
El centro de atención de esta muestra es la multiplicación de una nueva arquitectura espontánea y arbitraria, en las ciudades del país, que sin partir del conocimiento técnico y artístico sino del gusto de los propietarios de las viviendas o negocios particulares, se apoya en elementos de ornamentación para jardines, terrazas, portales y otros exteriores, alejados por completo de los códigos culturales propios y que copian íconos de Walt Disney y otros foráneos en un despliegue de enanos, cisnes, hongos, flamencos, elementos faraónicos, ánforas antiguas, y ranas y sapos, que tampoco son cubanos.
El diseño de la gráfica, tanto en carteles identificadores de negocios privados, como en tarjetas de felicitación, montajes fotográficos y otros tampoco refleja el conocimiento que en esta materia existe en Cuba, a partir de los múltiples graduados de diseño informacional y otras carreras afines, sin contar los egresados de artes plásticas.
Es un fenómeno de fatales consecuencias en cuanto al fomento del gusto estético de la población que diariamente se está entrenando en la apreciación de estas imágenes y lo que es peor, éstas reflejan el éxito de los dueños de esas casas y de esos negocios privados, es decir pasan al imaginario popular con la autentificación de estar asociadas al triunfo.
Este ciclo dinero-mal gusto-desconocimiento-ornamentación-trasformación, destruye muchos de los mejores ejemplos de la tradición arquitectónica cubana y en otros casos los oculta a la vista de los transeúntes a través de los enrejados que tampoco, en sentido general, responden a esta tradición.
Pero este no es un problema solo cubano; en las palabras de introducción a la exposición en el catálogo de la Bienal, Herrera Ysla plantea que es un fenómeno también de Centroamérica, de países como El salvador, Honduras y Guatemala, y plantea en este sentido que está extendiéndose «una arquitectura sin estilo y sin arquitectos».
Más adelante señala «Arte nuevo y nueva arquitectura compiten por la legitimación de la escena cultural cubana. Se ubican en el horizonte cultural de cualquier territorio humano pues llenan el espacio vacío que la llamada “alta cultural” no puede llenar por su limitado radio de acción y su escasa influencia a nivel masivo, pese a contar, como en Cuba, con pleno respaldo oficial».
Por todo esto es cardinal esta muestra, como alerta y grito de socorro ante el fenómeno y el desafío que constituye en sí mismo, y quizás requiere apoyarse en algunos elementos de información sobre este viaje de sapos y enanos de los jardines a la galería.
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